Por Gregorio Moya E.
El gobierno dominicano ha
establecido relaciones diplomáticas con la República Popular China y ha anunciado
que ha roto las relaciones similares con Taiwán.
Ante esta situación, tanto la
legación diplomática del Taiwán como sectores del gobierno de los Estados
Unidos denuncian este cambio en la política internacional del país como
resultado de la corrupción, atacando la decisión por el flanco más débil del gobierno,
donde no sólo hay un movimiento social y político contra la corrupción, sino
que los escándalos se suscitan diariamente, y un escándalo es sustituido por
otro, llegando incluso a la violencia y el asesinato.
Sin dudas que en el establecimiento
de las relaciones diplomáticas ha mediado el factor económico, y este sin
dudas, sin hipocresía y falsas posturas debe y tiene que estar presente. Los
países no solo son para hablar, compartir cultura y posiciones frente a los problemas
del mundo. Están relacionadas con el comercio y la producción.
Es claro, que las relaciones diplomáticas
y comerciales con China Popular podrían ser más beneficiosas que las sostenidas
con Taiwán, pero tampoco es la solución a nuestros problemas como país. República
Dominicana ha mantenido relaciones con los más grandes y centros económicos del
mundo y no nos hemos desarrollado. Al contrario, esas relaciones han sido causantes
de nuestro atraso, porque hemos estado relacionados como neocolonias, como países
dependientes y subsidiarios, que aportan básicamente recursos naturales,
servicios o productos agrícolas.
Quienes objetan las relaciones
con China Popular lo que han mostrado ha sido, principalmente su anticomunismo,
porque no objetan las relaciones con las tiranías corruptas del mundo árabe y
otras regiones y países donde no hay democracia de ningún tipo, en la que se gobierna
de forma autocrática, por jeques, reyes y reyezuelos, parásitos en la mayoría
de los casos, dictadores que no hacen avanzar sus naciones y pueblos.
Lo fundamental es defender en
estas relaciones la soberanía de la República Dominicana, lo cual no lo hemos
hecho frente a Estados Unidos, porque tenemos una clase dominante que funciona
como furgón de cola de ese país. Somos una neocolonia de los Estados Unidos.
Tenemos el régimen político que ellos han determinado, la economía neoliberal
que han diseñado para nuestros países, que nos hacen más dependientes y
vulnerables. Las políticas públicas en materia social, de seguridad y lucha
contra el crimen y de medio ambiente las definen, monitorean y supervisan
organismos internacionales controlados por Estados Unidos. La política financiera,
económica la dirigen igualmente los organismos financieros controlados por el monstruo
que Martí conoció en sus entrañas.
Las nuevas relaciones con China
Popular nos plantean que las mismas deben basarse en el reconocimiento mutuo de
la soberanía de ambas naciones y pueblos, en la reciprocidad y equidad.
En cuanto a políticas concretas,
las relaciones deben orientarse a desarrollar nuestra capacidad productiva de bienes
y servicios. Por ello, frente a China Popular, debemos oponernos a unas
relaciones en la que el interés extractivista y explotación de recursos
naturales nos lleve a mantener descuidado nuestro aparato productivo y a preferir
la economía extractiva basada en la minería metálica que tanto daño han hecho
al medio ambiente, y que nos han empobrecido y han impedido el desarrollo del
país, porque no se han orientado en el desarrollo de nuestra potencial
productivo, y con ello, el desarrollo global que ello implica en el plano de la
educación, la cultura y la organización del país.
Las relaciones diplomáticas con
China Popular deben promover la amistad y el intercambio entre los dos pueblos.
Finalmente, es falso que el rompimiento
de las relaciones con Taiwán significa la terminación de todo tipo de
relaciones. Taiwán mantiene relaciones económicas con la mayoría de países con
los que no tiene relaciones diplomáticas. Esas relaciones estar normadas por
intereses, que no se rompen como los acuerdos y pactos políticos. De la misma
manera que los norteamericanos tienen relaciones con China Popular y Taiwán, de
esa misma manera estas relaciones deben mantenerse. Una cosa no quita la otra.
Otro aspecto, es que los
beneficios que pudiera dar las relaciones con China Popular se orienten al
desarrollo y al bienestar del pueblo dominicano, no como ha ocurrido con PETROCARIBE,
que no ha contribuido con mejorar las condiciones de vida de la población orientando
la inversión en el desarrollo productivo y el sector social.
Finalmente, un reclamo
fundamental es la transparencia en las relaciones diplomáticas y comerciales
con China Popular. Pero también con Estados Unidos, la Unión Europea y todas
las naciones con las que tenemos relaciones.