Por Gregorio Moya E.
Colonización
significa apropiación de la tierra, la riqueza, los recursos, previo sometimiento
de la población, lo cual incluye también contar con una parte de esa misma población como cómplice del proyecto colonizador.
La población originaria, criolla, nacional, para decirlo de alguna manera, la población sometida no tiene los mismos derechos de la metrópoli. Eso lo vivieron los anexionistas con la llegada de los funcionarios españoles en 1861, y con mayor fuerza lo vivió el pueblo llano.
Colonización
significa la imposición de los intereses de la metrópoli sobre los del país
colonizado, incluso, utilizar los representantes de este país sometido para
representar los intereses del país dominante en el escenario internacional.
Colonización
significa el sometimiento cultural, religioso, de las instituciones militares y
policiales, de la estructura y políticas económicas, de derechos civiles,
políticos y sociales.
Hay toda una corriente negacionista del colonialismo que conformó la sociedad dependiente y atrasada que somos hoy, un país y sociedad neocolonizada, sin independencia real, dominada por los intereses de Estados Unidos, principalmente.
Esa corriente colonialista renovada, nos dice hoy que no fuimos una colonia de España, sino que éramos una provincia del Reino de España, y que prueba de ello fue que tuvimos virreyes. ¡Tuvimos la gracia de tener un virrey por la gracia de dios! Eso nos ha hecho especiales, y es parte del orgullo de ser dominicanos que pretenden tengamos.
En vez de rechazar el colonialismo nos lo endulzan con ideas de las primacías de la que somos portadores, gracias a la España infinita y a las súper maravillas de la colonización.
El colonialismo renovado lo vemos allende el mar, cuando Trump y sus circunstancias, pretende hacer un trueque entre las maquinarias de guerra entregadas a Zelensky por la mitad de los recursos presentes en su tierra, y para ello pacta la repartición de Ucrania con Putin.
El
colonialismo renovado en nuestra tierra lo vemos en el recibimiento del
Secretario de Estado de Estados Unidos Marco Rubio, al que la prensa y todos
los sectores de poder solo les faltó decirle Salve, y que vino a supervisar la
entrega de las tierras raras, porque las comunes las controlan a través de las
mineras tipo Barrick Gold.