martes, 18 de febrero de 2025

Qué acordaron Rusia y EE.UU. en su primera reunión en años

Por Gregorio Moya E.

El título de este escrito es el de una noticia del canal de noticias ruso RT, que  trae la información de las negociaciones que llevan a cabo Rusia y Estados Unidos de América en relación a lo que llaman algunos, conflicto, los rusos llaman operación militar en Ucrania, invasión o agresión. Lo cierto es que esta es una guerra, que lógicamente incluye operaciones militares.

RT informa que las delegaciones de Moscú y Washington se comprometieron a ampliar su cooperación y trabajar juntos para resolver el conflicto en Ucrania y normalizar sus misiones diplomáticas.

En la mesa están los dos colosos nucleares, Rusia y Estados Unidos. Pero, el tema es Ucrania, y ésta como actor, como nación, como colectivo, como pueblo, no está presente. Carne de cañón ha sido Ucrania, llevada al matadero por el inepto Zelensky, muy apto para los planes de volver a ser grande de EEUU.

Los poderosos de Europa también se quejan de que los han dejado fuera. No se dan cuenta que para estar dentro del reparto, es porque se tiene alguna fuerza para estar, y no hay dudas que cada vez son menos fuertes los europeos. Desde el punto de vista económico son cada vez menos importantes, y en este caso, prescindibles, y desde el punto de vista militar también.

Las generalidades que RT informa en esa entrega, si bien no dice en concreto cuáles son los acuerdos, si definen los contornos de los mismos. Ucrania será sacrificada, como era de esperarse, todo acuerdo se realizará garantizando intereses de Rusia y de Estados Unidos de América, donde dos gobernantes, y representantes de corrientes políticas y de pensamiento conservadoras, reaccionarios, procuran hacer grande, en la perspectiva imperial, a Rusia y EEUU.

Esto se produce en el marco de la crisis del imperialismo, que es la crisis del capitalismo en su fase de descomposición, crisis que afecta a la principal potencia capitalista-imperialista, que está en franco declive en todos los ámbitos, y afecta a Rusia desde los días de la caída del socialismo real, aunque se verifica una recuperación de poderío y en lo económico, lo que no quita dificultades económicas. 

Rusia, que está en una carrera por volver a ser imperio, no en el sentido soviético, con todo lo de heroico y de aliado de las luchas por la liberación nacional, independientemente del burocratismo y la desviación del proyecto socialista. No, es el sentido del imperio zarista que quiere Putin y su circunstancia revivir en la tierra de Lenin, que para Putin es vista más como tierra de Pedro el Grande o Iván el terrible.

Pierde la soberanía del pueblo ucraniano, pierden porque no se puede confiar ni un tantito en el imperialismo, y hay sectores que confiaron en los yanquis y los europeos en Ucrania y en otras partes del mundo. Pierde Ucrania, porque en la defensa de la soberanía, al parecer hay una suerte de unidad de grupos fascistas, con una dirección entregada a EEUU y la OTAN.

Pierden los sectores de izquierda, socialistas y democráticos, toda vez que se fortalecerá Putin y lo que el representa, en autoritarismo, conservadurismo y el carácter reaccionario y clerical del régimen.

Derrotados también quienes pusieron alguna esperanza en la posibilidad de que adquiriera una orientación antiimperialista Rusia en su lucha contra la OTAN, que si bien se presentó como una acción defensiva contra el cerco de esta entente militar, el método de la invasión y la guerra contra un pueblo y una nación, era la apelación al recurso tradicional de los imperialistas y colonialistas.

Si pudiera haber algo bueno, es el fin de la guerra, una guerra de ocupación por parte de Rusia, y una guerra de ocupación por parte de la OTAN a través del ejercito del propio país, en una vuelta del pentagonismo. 

Quizás el descabezamiento del gobierno de Zelenski, que sin dudas vendrá, pudiera abrir la posibilidad de un nuevo escenario, lamentablemente, con una nación, entre dos espadas, la rusa y la de EEUU. 

Ese nuevo escenario plantearía condiciones difíciles. Pero confiamos en los pueblos, no por fe, sino porque hay evidencias de que los pueblos sacan de abajo y se enrumban hacia futuros promisorios.