Era una noche del año 1981. Regresaba del Liceo
El asunto es que, la conversación entre ellos, siempre vehemente, apasionada, sazonada de la picardia alegre de Miguele, pero siempre respetuosa, con mi tema cambió. Como que mi punto dio un giro sagrado, respetuoso. Es como si se estuviera chapoteando en un río y se encontrará un fundamento.
Claro que ellos dos, Miguele y mi Papá habían oído hablar de la contradicción capital trabajo. Los dos conocían los rigores del horario que impone el capital, o de la espada del trabajo a destajo o por ajuste, de las posiciones distintas y contradictorias del trabajador y el patrón.
Hoy que ya Miguele descanza de un padecimiento que le robo luz, la alegría y el movimiento que le era característico. En este momento recuerdo que ese ser sabía lo que realmente era importante de cualquier conversación.
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