Por Gregorio Moya E.
Los revolucionarios debemos cuidarnos de caer en los llamados tremendistas, en las convocatorias desmesuradas, en los llamados irresponsables, en fin, en la fraseología revolucionaria, definida por Lenin como “la repetición de consignas revolucionarias, sin tener en cuenta las circunstancias objetivas en un momento dado, en el estado de cosas existentes en ese momento”.
Vemos, oímos y leemos llamados a la rebelión casi insurreccional, sin los fundamentos para ello, sin las condiciones organizativas, sin el desarrollo político y la capacidad operativa para asegurar el éxito. Los llamados sin fundamento constituyen la esencia de la fraseología revolucionaria.
Ese comportamiento, esa propensión a hacer llamados de tomar el cielo por asalto, sin contar con las estructuras, sin desarrollar procesos que maduren las condiciones objetivas y subjetivas devienen en verborrea, terminando ello en descredito de quienes hacen los llamados, pero también desacreditan las ideas y emprendimientos revolucionarios en sentido general.
Todo revolucionario debe ser consciente de que su actuación no es exclusiva al agrupamiento al que pertenece. Todo acto realizado por cualquier revolucionario, afecta y compromete a los revolucionarios en general y al proceso revolucionario. Cada revolucionario es referente de los otros revolucionarios, aunque el movimiento y las ideas que conforman el movimiento histórico, son al final el referente al que todos nos debemos.
La historia registra, y en nuestra historia reciente hay ejemplos emblemáticos, que la mayoría de esos que han hecho de la fraseología revolucionaria una práctica sistemática, terminan transándose con el enemigo. Recordemos la política de revolución inminente, que no era más que fraseología revolucionaria, amorfa, hueca, sin ninguna base; por lo que se explica que sus principales promotores terminaron siendo parte del PRD o del PLD. La fraseología revolucionaria es el metodo del izquierdismo, de los que llama Fidel superrevolucionarios. Recordar a Lenin cuando decía, ráspale la piel a un ultraizquierdista y encontrarás un oportunista.
Otro aspecto de la fraseología revolucionaria, es que la misma responde a despropósitos manipuladores, y a la falta de sinceridad que es opuesta a la militancia revolucionaria. Las poses, las frases altisonantes, todo ello denota un deseo de presentar una realidad, una situación y unas condiciones que no existen. Una determinación y preparación de la que se carece, también.
Esos, que su trabajo político se limita a la fraseología revolucionaria, en la mayoría de los casos están desconectados de los sectores sociales a los que dicen representar. Se jactan de propuestas y llamados al proletariado con el que no tienen contacto, de llamados al pueblo del que están distanciados. Sus vínculos con los sectores sociales son tan superficiales, como vanas son sus ideas.
Cuantas veces hemos olvidado que “la revolución es el resultado del trabajo constante y consciente de cada uno de nosotros” como dijo e hizo Manolo Tavarez Justo. Cuántos de nosotros o somos inconsecuentes con lo que decimos, con lo que nos comprometemos. Cuantas veces no cumplimos con la palabra empeñada, y nuestros hechos no le hacen honor a nuestras palabras. Cuantas veces nos hemos ido por el facilismo de la fraseología revolucionaria, sustituyendo con ello la militancia consecuente, el compromiso verdadero.
Guillermo Moreno: Radicalidad consecuente
El candidato presidencial alternativo a los partidos del sistema, Guillermo Moreno, Presidente de Alianza País, publicó el 25 de mayo de 2011, un trabajo titulado Rebélate, que sin dudas es una muestra de radicalidad consecuente, totalmente alejado de la fraseología revolucionaria, del conservadurismo y los llamados a la moderación que son una variante del mismo conservadurismo. Por su trascendencia reproducimos aspectos que consideramos fundamentales para un movimiento político y social que, en un arduo proceso se constituya en nueva mayoría y cambie el rumbo del país:
· Llegó la hora de ponernos en movimiento. De producir una rebelión ciudadana. Pacífica. Sustentada en ideas y propósitos.
· Emprender acciones colectivas. Contagiar a muchos y muchas. Construir auditorios ciudadanos.
· Es el momento de rebelarnos por todas las causas olvidadas o que la “democracia de mercado” ha pretendido aplastar.
· Recuperar la soberanía ciudadana. Vamos a hacer añicos la demagogia y las mentiras de los partidos tradicionales y los negociantes de la política. Definitivamente ellos no nos representan. Los ciudadanos tenemos que recuperar nuestra soberanía. Queremos hablar por nosotros mismos.
· La ciudadanía tiene que entrar en un estado de movilización permanente. Dejemos que voten por ellos sus banqueros corruptos, sus grupos de poder, sus élites.
· Apropiarnos de las calles, las esquinas, los barrios, las paredes, los parques, las plazas, y todas ellas hacerlas nuestras.
· Tiene que divulgarse por los medios digitales, ir de boca a boca. Cada uno/a tiene que incorporar a sus seres más cercanos. Y que éstos involucren a otros/as. Nuestra rebeldía tiene que producir un inmenso contagio ciudadano y tener el cielo como techo.
Estos planteamientos de Guillermo Moreno, acorde con los procesos de ruptura que se verifican en América Latina, con la insurgencia de la lucha contra la tiranía política en ese oriente para nosotros lejano, y de los jóvenes y los trabajadores de Europa, nos retan a movernos, a actuar permanentemente. A construir un movimiento ciudadano amplio, democrático, participativo, contra-hegemónico, solidario, con vocación de poder, una nueva mayoría que desplace del poder a los partidos tradicionales, y que derrote de una vez y para siempre el bipartidismo. A ello estamos convocados.