Por Gregorio Moya E.
Las comunidades, los trabajadores, la juventud, las mujeres, los profesionales y la infinidad de sectores que conforman el movimiento social en República Dominicana están verificando un ascenso en la lucha. Hay un flujo de la lucha reivindicativa, por mejoras salariales, por mejores condiciones de trabajo, ambientales, por mejores servicio, contra la corrupción y la represión.
Estas luchas, aunque todavía expresan niveles rudimentarios de la conciencia política, constituyen el medio para avanzar hacia una conciencia crítica y revolucionaria. Es en ellas en que los revolucionarios podemos empalmarnos con el pueblo, sus demandas, y en una relación de cooperación y acompañamiento contribuir a los procesos de autoconcienciación que deben producirse para pasar a una conciencia transformadora.
Es de principios para todo revolucionario solidarizarse con las luchas, independientemente de quienes las dirigen, las demandas son justas en si mismas.
Por otra parte, los sectores revolucionarios debemos identificar la comunidad que existen entre las demandas populares y las plataformas de transformación social, identificar los vínculos que hay entre las demandas reivindicativas y las luchas revolucionarias. Son esos puntos comunes los que nos permiten encontrarnos con el pueblo, lo cual es vital para las fuerzas revolucionarias. También vital para el triunfo de las luchas.
Otro aspecto es que sin movimiento social no hay movimiento político. Esa relación dialéctica, de interacción debe ser comprendida como una relación de entidades con autonomías propias. Esto implica superar la visión utilitarista de correa de transmisión que se le ha dado al movimiento social, teniendo un carácter pasivo, frente al papel activo del movimiento político, las vanguardias. La relación de colaboración cada día más estrecha entre el movimiento social y las vanguardias podrá producir la fusión no orgánica de un movimiento político social revolucionario.
Esto implica, reconocer la autonomía del movimiento social, su propia dinámica, identidad y fines. Rechazar la manipulación del movimiento social es de principios para los revolucionarios.
Es un principio apoyar las demandas y métodos de lucha decididos de forma democrática y participativa y rechazar los que a nombre del pueblo negocian, pactan, proclaman y llevan a cabo procesos que sustituyen al pueblo. Los que quieren acelerar el proceso, los que consideran que tienen condiciones especiales por encima de los líderes comunitarios y los que hacen vida en las organizaciones. Esos desconfían del pueblo y la capacidad para desarrollar la conciencia revolucionaria. Esos traicionan al pueblo cuando a sus espaldas negocian, o desatan métodos no aprobados de forma democrática. Es una traición al pueblo y sus luchas actuar de esa manera.
Es necesario fortalecer la organización amplia, libre y participativa de la gente. La gente cambia cuando se junta con otras, reflexiona con otras y lucha de forma colectiva. Ese es otro principio. “Nadie libera a nadie y nadie se libera solo” diría Paulo Freire.
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