Por Gregorio Moya E.
Los olvidados,
un filme sobre la niñez y la juventud olvidada por la sociedad que vive en barrios
marginales de Ciudad de México del cineasta español Luis Buñuel tiene un título
que empata muy bien con la situación que vivimos los dominicanos, sobre todo
los más desfavorecidos por el modelo neoliberal imperante.
La emergencia
sanitaria y social que significa el COVID 19 tiene sus olvidados. Sin dudas que
otra vez serán los niños empobrecidos por una sociedad que los excluye, y de
manera especial los padres y madres de esos niños y niñas, que tendrán que ir a
trabajar en un transporte público ineficiente, inseguro y peligroso, en
condiciones precarias para su salud y seguridad.
Los
trabajadores
Es todavía
reciente el desastre de la empresa POLYPLAS en la que dos obreras murieron
encerradas después que se produjo una explosión, en la que se puso de
manifiesto que esta empresa, al igual que PROPAGAS, no tenían medidas de
seguridad para proteger los trabajadores y la comunidad del entorno.
Esa es la
realidad, en la República Dominicana la patronal no ofrece en sus centros de
trabajo la higiene y seguridad laboral, tan necesaria siempre, pero que se pone
de manifiesto en momentos como este.
Los trabajadores
de call center, el personal de los bancos, los trabajadores de zonas francas, el
personal de salud de los hospitales y clínicas, para mencionar solo unos
cuantos sectores de trabajadores son los grandes olvidados de esta situación.
Esos mismos
trabajadores seguirán trasladándose en transportes precarios, haciendo filas
para montarse en carros y guaguas destartaladas, pegados como sardina en lata,
respirando el aire entre ellos, totalmente expuestos a infectarse, no solo del
COVID 19, sino también de otras enfermedades que no alarman al mundo ni a las
autoridades, y que constituyen una carga pesada de enfermedad que se traduce en
más pobreza y perdida de salud y vidas.
Los trabajadores
y trabajadoras informales, los que salen a vender víveres, frutas, a reparar,
pintar, cargar, esos no tendrán cómo hacer frente a los días de casi paro, o
estarán exponiéndose. Ellos también son olvidados de las medidas adoptadas para
combatir el coronavirus.
Las
comunidades pobres
Otros olvidados
de esta crisis sanitaria son las comunidades pobres de los barrios y campos que
reciben agua una o dos veces a la semana por escasas horas, que no tienen
cisternas para almacenarla, y que no podrán llevar las recomendaciones de
lavarse las manos frecuentemente porque no tienen agua suficiente.
Las familias de
los barrios y campos, que viven en casas precarias no pueden cumplir los
protocolos de quedarse en sus casas, porque las calles y callejones tienen más
espacios que sus hogares. Y es que la pobreza, cuando se verifica
efectivamente, no con la métrica de los bancos, muestra que el déficit de
viviendas es de 1,400,000 unidades, por lo que vemos miles de familias en los
barrios de la capital viviendo en viviendas de uno o dos cuartos (cuarterías),
en cañadas, a orilla de los ríos y otros lugares de riesgo. El quédate en tu
casa es una condena al infierno de la pobreza para esas familias.
Los que no
tienen seguros de salud
El 76 % de
población dominicana tiene un carnet de una ARS que es presentado como un seguro
de salud por las autoridades, y que cubre una parte de los riesgos a que están
sometidos, teniendo que pagar de su bolsillo, primero un pago adicional del 30%
que calculan las empresas sanitarias y las ARS, y un monto medalaganario que
cobran los médicos privados. El 24% de los dominicanos, es decir, cerca de dos
millones y medios de dominicanos no tienen ni siquiera ese precario seguro de
salud, y ante esta situación no tienen ninguna protección, son los llamados
pobres de toda solemnidad, los más olvidados dentro de los dominicanos.
Dentro de los
que no tienen seguro de salud están los trabajadores migrantes, sobre todo
provenientes de Haití, empujados por la miseria y desesperanza de su país, y atraído
por una clase capitalista dominicana que los explota inmisericordemente. Esos
trabajadores migrantes son la clase más explotada y oprimida de la sociedad
dominicana, y para asegurar esa condición, los sectores de poder los presentan
como invasores, enemigos de los dominicanos y peligrosos para nuestra cultura,
salud y soberanía.
Más de medio
millón de proletarios conforman la mano de obra extranjera, que viene a
contribuir con su trabajo a crear la riqueza de la nación dominicana, ya que
como diría Adam Smith, la riqueza de las naciones está en el trabajo. La
inmensa mayoría de esa masa de trabajadoras es sobre explotada, sin derechos
laborales, en violación a la ley y la Constitución, sin ninguna protección de
su salud, y cuando esos trabajadores y trabajadoras enferman o sufren
accidentes de trabajo, los patronos se desentienden. Esos son los más olvidados
también, esos no cuentan en las medidas para contener el coronavirus.
Los privados de libertad
Las personas
privadas de libertad en el país, hacinados en cárceles insalubres, sometidos a
toda suerte de privaciones y humillaciones por un sistema penal que es parte
del régimen de opresión que sufre el pueblo, es uno de los grupos olvidados de
las medidas adoptadas por el gobierno. Es un grupo de alto riesgo por las
condiciones ambientales en que subsisten la mayoría. Son tratados como si no
fueran seres humanos, y no se contemplan verdaderamente medidas de protección.
Las mujeres,
las que cargan con el peso de la enfermedad
El aumento de lo
que se llama carga de enfermedad será colocada principalmente sobre las
mujeres, que son las que están destinadas en esta sociedad capitalista
patriarcal de los cuidados de las personas enfermas, incluso en detrimento de
su propio cuidado. Además de esta tarea con los enfermos, las personas de edad
avanzada y discapacitados, las mujeres serán las encargadas de cuidar los
escolares que estarán fuera de las escuelas durante la cuarentena escolar,
máxime los más pequeños. Y si son mujeres trabajadoras, esa carga será aún más
pesada. Pero no se piensa en ellas, son las grandes olvidadas de la pirámide
social.
Luchar por la
salud como derecho
La salud y la
protección contra la enfermedad y la protección frente a accidentes y lesiones
es un derecho humano universal, lo que significa que todos los que pisamos esta
tierra tenemos igual derecho, sin importar clase, nacionalidad, color de la
piel, sexo u otra condición.
Pero para ello
es necesario que los trabajadores y los sectores populares tomen parte activa y
organizada en medio de la crisis, exigiendo a las centrales sindicales actuar
en su defensa, promoviendo formas de participación y consulta creando redes y
chat de trabajadores y sectores populares, socializando las experiencias y
situaciones a que son sometidos a través de la red y formas indirectas de
comunicación.
Las fuerzas
progresistas, las organizaciones identificadas con los trabajadores y los
sectores populares, deben ponerse al frente de acciones y gestar un movimiento
de trabajadores y sectores populares por la salud, por la defensa de los
derechos laborales, por servicios de agua y saneamiento en los barrios, por
equidad de género en el hogar y el trabajo.
Esa lucha en
respuesta a la coyuntura sanitaria actual debe conectarse con una visión de
futuro, luchar por una sociedad que asegure seguridad laboral, ingresos
suficientes, servicios públicos de salud, agua, saneamiento, financiados por
presupuesto público, con un sistema de salud único, universal y estatal.
La liberación de
los trabajadores de la miseria, y la insalubridad será obra de los
trabajadores.