jueves, 19 de marzo de 2020

Los olvidados de protección frente al COVID 19


Por Gregorio Moya E.

Los olvidados, un filme sobre la niñez y la juventud olvidada por la sociedad que vive en barrios marginales de Ciudad de México del cineasta español Luis Buñuel tiene un título que empata muy bien con la situación que vivimos los dominicanos, sobre todo los más desfavorecidos por el modelo neoliberal imperante.
La emergencia sanitaria y social que significa el COVID 19 tiene sus olvidados. Sin dudas que otra vez serán los niños empobrecidos por una sociedad que los excluye, y de manera especial los padres y madres de esos niños y niñas, que tendrán que ir a trabajar en un transporte público ineficiente, inseguro y peligroso, en condiciones precarias para su salud y seguridad.
Los trabajadores
Es todavía reciente el desastre de la empresa POLYPLAS en la que dos obreras murieron encerradas después que se produjo una explosión, en la que se puso de manifiesto que esta empresa, al igual que PROPAGAS, no tenían medidas de seguridad para proteger los trabajadores y la comunidad del entorno.
Esa es la realidad, en la República Dominicana la patronal no ofrece en sus centros de trabajo la higiene y seguridad laboral, tan necesaria siempre, pero que se pone de manifiesto en momentos como este.
Los trabajadores de call center, el personal de los bancos, los trabajadores de zonas francas, el personal de salud de los hospitales y clínicas, para mencionar solo unos cuantos sectores de trabajadores son los grandes olvidados de esta situación.
Esos mismos trabajadores seguirán trasladándose en transportes precarios, haciendo filas para montarse en carros y guaguas destartaladas, pegados como sardina en lata, respirando el aire entre ellos, totalmente expuestos a infectarse, no solo del COVID 19, sino también de otras enfermedades que no alarman al mundo ni a las autoridades, y que constituyen una carga pesada de enfermedad que se traduce en más pobreza y perdida de salud y vidas.
Los trabajadores y trabajadoras informales, los que salen a vender víveres, frutas, a reparar, pintar, cargar, esos no tendrán cómo hacer frente a los días de casi paro, o estarán exponiéndose. Ellos también son olvidados de las medidas adoptadas para combatir el coronavirus.
Las comunidades pobres
Otros olvidados de esta crisis sanitaria son las comunidades pobres de los barrios y campos que reciben agua una o dos veces a la semana por escasas horas, que no tienen cisternas para almacenarla, y que no podrán llevar las recomendaciones de lavarse las manos frecuentemente porque no tienen agua suficiente.
Las familias de los barrios y campos, que viven en casas precarias no pueden cumplir los protocolos de quedarse en sus casas, porque las calles y callejones tienen más espacios que sus hogares. Y es que la pobreza, cuando se verifica efectivamente, no con la métrica de los bancos, muestra que el déficit de viviendas es de 1,400,000 unidades, por lo que vemos miles de familias en los barrios de la capital viviendo en viviendas de uno o dos cuartos (cuarterías), en cañadas, a orilla de los ríos y otros lugares de riesgo. El quédate en tu casa es una condena al infierno de la pobreza para esas familias.
Los que no tienen seguros de salud
El 76 % de población dominicana tiene un carnet de una ARS que es presentado como un seguro de salud por las autoridades, y que cubre una parte de los riesgos a que están sometidos, teniendo que pagar de su bolsillo, primero un pago adicional del 30% que calculan las empresas sanitarias y las ARS, y un monto medalaganario que cobran los médicos privados. El 24% de los dominicanos, es decir, cerca de dos millones y medios de dominicanos no tienen ni siquiera ese precario seguro de salud, y ante esta situación no tienen ninguna protección, son los llamados pobres de toda solemnidad, los más olvidados dentro de los dominicanos.
Dentro de los que no tienen seguro de salud están los trabajadores migrantes, sobre todo provenientes de Haití, empujados por la miseria y desesperanza de su país, y atraído por una clase capitalista dominicana que los explota inmisericordemente. Esos trabajadores migrantes son la clase más explotada y oprimida de la sociedad dominicana, y para asegurar esa condición, los sectores de poder los presentan como invasores, enemigos de los dominicanos y peligrosos para nuestra cultura, salud y soberanía.
Más de medio millón de proletarios conforman la mano de obra extranjera, que viene a contribuir con su trabajo a crear la riqueza de la nación dominicana, ya que como diría Adam Smith, la riqueza de las naciones está en el trabajo. La inmensa mayoría de esa masa de trabajadoras es sobre explotada, sin derechos laborales, en violación a la ley y la Constitución, sin ninguna protección de su salud, y cuando esos trabajadores y trabajadoras enferman o sufren accidentes de trabajo, los patronos se desentienden. Esos son los más olvidados también, esos no cuentan en las medidas para contener el coronavirus.
Los privados de libertad
Las personas privadas de libertad en el país, hacinados en cárceles insalubres, sometidos a toda suerte de privaciones y humillaciones por un sistema penal que es parte del régimen de opresión que sufre el pueblo, es uno de los grupos olvidados de las medidas adoptadas por el gobierno. Es un grupo de alto riesgo por las condiciones ambientales en que subsisten la mayoría. Son tratados como si no fueran seres humanos, y no se contemplan verdaderamente medidas de protección.
Las mujeres, las que cargan con el peso de la enfermedad
El aumento de lo que se llama carga de enfermedad será colocada principalmente sobre las mujeres, que son las que están destinadas en esta sociedad capitalista patriarcal de los cuidados de las personas enfermas, incluso en detrimento de su propio cuidado. Además de esta tarea con los enfermos, las personas de edad avanzada y discapacitados, las mujeres serán las encargadas de cuidar los escolares que estarán fuera de las escuelas durante la cuarentena escolar, máxime los más pequeños. Y si son mujeres trabajadoras, esa carga será aún más pesada. Pero no se piensa en ellas, son las grandes olvidadas de la pirámide social.
Luchar por la salud como derecho
La salud y la protección contra la enfermedad y la protección frente a accidentes y lesiones es un derecho humano universal, lo que significa que todos los que pisamos esta tierra tenemos igual derecho, sin importar clase, nacionalidad, color de la piel, sexo u otra condición.
Pero para ello es necesario que los trabajadores y los sectores populares tomen parte activa y organizada en medio de la crisis, exigiendo a las centrales sindicales actuar en su defensa, promoviendo formas de participación y consulta creando redes y chat de trabajadores y sectores populares, socializando las experiencias y situaciones a que son sometidos a través de la red y formas indirectas de comunicación.
Las fuerzas progresistas, las organizaciones identificadas con los trabajadores y los sectores populares, deben ponerse al frente de acciones y gestar un movimiento de trabajadores y sectores populares por la salud, por la defensa de los derechos laborales, por servicios de agua y saneamiento en los barrios, por equidad de género en el hogar y el trabajo.
Esa lucha en respuesta a la coyuntura sanitaria actual debe conectarse con una visión de futuro, luchar por una sociedad que asegure seguridad laboral, ingresos suficientes, servicios públicos de salud, agua, saneamiento, financiados por presupuesto público, con un sistema de salud único, universal y estatal.
La liberación de los trabajadores de la miseria, y la insalubridad será obra de los trabajadores.

domingo, 1 de marzo de 2020

Trabucazo 2020, carnaval, máscaras, antipolítica y conservadurismo


Por Gregorio Moya

La manifestación ciudadana denominada Trabucazo 2020 se caracterizó por su diversidad, aunque la misma vetó la participación de los partidos políticos por considerarlos responsables como un todo del desastre político, institucional y ético en el que está metida la nación.

Esa manifestación fue espacio para demandar a la JCE su renuncia unos, la organización de elecciones limpias otros, para apoyar que se realice una investigación que de con los culpables boicot, fraude y golpe de estado electoral llevado a cabo el 16 de febrero. Unos apelan a que la investigación la realicen organismos internacionales, coincidiendo con el gobierno, otros demandan una investigación por fiscales independientes, pero nacionales, por asuntos de soberanía y para que las conclusiones sean efectivamente vinculantes.

El trabucazo 2020 reunió religiosos que llevaron allí su reclamo de que se lea la biblia en las escuelas de forma normativa, también que se mantenga la prohibición del aborto en cualquier situación, aunque la embarazada se muera en esa situación.

Muy cerca de los grupos religiosos estaban los nacionalistas que no dejan de culpar a los inmigrantes haitianos de todos los males del país, como el desempleo, la pobreza, los problemas de salubridad y desplome del sistema de salud, la real situación del sistema escolar que no avanza, incluso la violencia y delincuencia.

Estuvieron presentes también los movimientos defensores de los derechos y la equidad de género, defensores de los que tienen diferentes identidad y preferencias de género y sexuales.

Miles de jóvenes, con otros miles no tan jóvenes y unos definitivamente no jóvenes.

Trabucazo 2020 fue una especie de fiesta de la cohabitación y la tolerancia, incluso entre intolerantes.

Artistas movidos por la fuerza de la convocatoria, que al momento de hablar decían generalidades y apelaban al “todos somos dominicanos”, sin establecer que hay buenos y malos dominicanos, dominicanos corruptos y tramposos y dominicanos honestos. Algunos artistas, de clara definición conservadora y derechista como Juan Luis Guerra, que aunque muchas de sus canciones son críticas, su identificación con el poder norteamericano desde su apoyo a Bush en 2001 o su participación en conciertos contra los gobiernos chavistas, sin poner mientes en los propósitos de los enemigos del gobierno venezolano.

De lo que se trata es de mirar las características de un movimiento que su fuerza está en la reacción contra el fraude, en su rechazo a la institucionalidad que permitió el fraude, la JCE y su apertura democrática.

También hay que ver sus límites. Del rechazo a los partidos políticos a la antipolítica es sin duda que una limitante para poder integrar sectores que son activos políticamente, que no es democrático excluirlos, quizás no permitir el protagonismo de estos, pero tampoco exclusión genérica. La antipolitica en una de las expresiones políticas del conservadurismo, que abre espacios a propuestas supuestamente no políticas en la que caben todo tipo de outsider, como ocurrió en Perú con Fujimori, con otras propuestas que han significado desplazar gobiernos por lo menos antineoliberales y de clara defensa de la soberanía, a gobiernos neoliberales pronorteamericanos, profundamente conservadores, clericales atrasados y reaccionarios.

También, esa amplitud permite que se utilice como carnaval muchos de los que asisten, figuras públicas que incluso se atribuyen el papel de jueces de prohibir la asistencia a estas manifestaciones a determinadas personas o expresiones organizadas de la sociedad.

De lo que se trata pues, es comprender la potencialidad de estos movimientos, pero sus límites, de que es necesario construir instrumentos de organización y movilización permanentes, con estructuras funcionales y disciplina. Son aspectos complementarios, no antagónicos ni excluyentes.