jueves, 19 de septiembre de 2024

El problema son los privilegios, no la cantidad de diputados

Por Gregorio Moya E.
Según crónica de Diario Libre del 12 de junio de este 2024, en los primeros cinco meses de este año 2024, el Congreso Nacional gastó 2,251,387,247.50 de pesos en remuneraciones, dietas, gastos de representación, sobresueldos y contribuciones a la Seguridad Social. Esto equivale al 70 % del presupuesto de la Cámara de Diputados y el Senado. Estos son gastos improductivos, que parasitan el dinero producido por el pueblo dominicano, y mal gastado en lo que podríamos llamar estafa o robo legal. En la misma crónica firmada por Ismael Hiraldo, se dice que “la mayor parte de los 2,251,387,247.50 de pesos ha sido dedicada a remuneraciones, gastos de representación y dietas, según el desglose donde figuran 103,962,583 pesos en dietas y gastos de representación; 258,200,666.80 pesos en gratificaciones y bonificaciones; 122,804,792.10 pesos en sobresueldos; 410,893, 853.70 pesos en contribuciones a la seguridad social y 1,355,525, 351.90 en sueldos y remuneraciones.
Los diputados son 190, nos salieron en el primer semestre del 2024 en 11,849,406.56 pesos cada uno, con el agravante de que aprueban las leyes sin leerlas como han admitido en varias ocasiones, en una manifestación de desvergüenza inaceptable desde el punto de vista ético. El presupuesto de la Cámara de Diputados para el 2024 asciende a 5,892,940,712, una cantidad astronómicamente desproporcionada, superior a los ministerio de deportes y de la mujer juntos, con lo cual se verifica que el problema no es la cantidad de diputados, sino los privilegios que tienen estos legisladores, que nos salen muy caros. Y resultan más dispendiosos los diputados, toda vez que se caracterizan por la irresponsabilidad, lo cual se pone de manifiesto cuando incumplen la ley de declaración jurada, que es una obligación legal, de la misma forma que no estudian las leyes que aprueban ni prestan atención a los reclamos de la mayoría de la población que dicen representar.
Recortar 20 diputados por aquí, subir unos cuantos por allá no garantiza un uso eficiente del gasto público. Para ello debe modificarse la forma y montos de remuneración privilegiada de los diputados. Eliminar los privilegios como las exoneraciones, los gastos de representación y bonificaciones que no se ganan la gran mayoría por el escaso trabajo que realizan. Eliminar privilegios es lo que corresponde para actuar no solo con eficiencia, sino también con justicia.