Por Gregorio Moya E.
En un artículo titulado “La Carta
Pastoral y el apoyo de EU fortalecen el proceso democrático”, de la firma del
reputado periodista Juan Bolivar Díaz, quien afirma que “La pastoral católica y
el apoyo de Estados Unidos a la auditoría previa a los equipos y programas a
utilizarse en las próximas elecciones, constituyen un claro compromiso de esos
poderes con los reclamos de múltiples sectores de un proceso electoral justo,
equitativo y libre de marrullerías e injerencias antidemocráticas.”
Si es como dice el articulista,
sería una excepción que esos poderes sean factores de fortaleza de la
democracia. La carta pastoral de este 2020, que conmemora el 60 aniversario de
la Carta Pastoral de enero de 1960, por parte se refiere a la complicidad de
esa jerarquía eclesiástica con la tiranía, que se decidió a enfrentar no motu proprio,
sino “debido a inéditos cambios suscitados en el contexto mundial y regional,
el régimen de Rafael Leónidas Trujillo comenzó a dar señales de agotamiento y decadencia”,
como dicen en la carta del 2020.
Es decir, decidieron por
conveniencia hacer esa proclama en 1960, como un cálculo político, no por convicción
democrática, como en el curso de los meses lo demostraron cuando encabezaron la
conspiración contra el gobierno democráticamente electo de Juan Bosch, un
gobernante honesto y patriota. Estos dos aspectos no fueron del agrado de los jerarcas
de la iglesia católica, por lo que se aunaron a los trujillistas y norteamericanos
en 1962 y 1963.
Lo
mismo podemos decir de los EU, que fueron los que, por 30 años, pusieron y
mantuvieron la dictadura de Trujillo, pusieron a Balaguer en 1966, desdibujando
la democracia en su llamada transición, que no puede llamarse “construcción
democrática” como afirma la iglesia.
Lo
que planteamos es que el pueblo dominicano no puede confiar ni en la jerarquía
católica ni en los EEUU, porque históricamente o han actuado en contra de sus
intereses, o en base al cálculo político para mantener sus espacios de poder, aprovechando
el agotamiento de regímenes como ocurrió en 1960 y 1978. Pero siempre sus
intervenciones han sido para interferir en la transición democrática de base
popular. Frente a ideas y propuestas hay que plantear que sólo el pueblo salva
al pueblo.
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