Los hermanos cuidan a los hermanos. Pero en Gaza, en Palestina, los hermanos se están quedando sin hermanos a quien cuidar.
Los padres y las madres cuidan a los hijos e hijas. Pero en
Gaza bombardeada, las madres y padres se están quedando sin hijas y sin hijos.
Los vecinos cuidan sus vecinos. Pero en Gaza acribillada, la
casa del vecino es hoy piedra sobre piedra, y los vecinos quedaron debajo. Ya
no hay vecinos para cuidar.
Hijas e hijos cuidan a sus padres viejitos. Pero los hijos
cuando han llegado a la casa, han encontrado, muertos por metralla a sus padres
viejitos. Ya los hijos buenos no tienen padres a quien cuidar.
Cuando los sionistas no encuentren a quien matar, cuando el
odio racista no encuentre a quien dirigirse, entonces saldrán de las piedras la
sangre y los huesos muertos, la carne y los ojos, volverán a vivir.
El aire se convertirá en el respiro de los que fueron ahogados
en misiles y bombas dirigidas con IA sin
corazón y sin juicio. El latir volverá traído por la esperanza, la
persistencia y la razón, y por sobre todo, por el amor encarnado en la lucha.
Y el correr de los niños y niñas, de los adolescentes y
jóvenes, volverán en el retozo del suelo y su polvo recuperado por la dignidad
que no muere y que resucita en cada grito, lagrima, quejido de dolor, miedo,
pero a la vez, resolución e intrepidez para sobrevivir.
y para los enemigos
de la vida, para ellos iniciará un día de juicio eterno, y los pocos niños,
jóvenes y viejitos de Gaza reconstruirán con su amor valiente la patria, la
madre tierra suya.
Y volverá el cuidado de los hermanos a sus hermanos, de las
madres a sus hijas. Y las viejitas y viejitos volverán a tener y cuidado
amoroso de sus vástagos.
Volverán, y como dice el poema canto, “y pagarán sus culpas
los traidores”.
Gregorio Moya E.
23/8/2025
Desesperación y caos es el día a día de esas personas sobrevivientes de lo que antes eran familias.
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