viernes, 24 de octubre de 2025

La bandera palestina es la bandera de la humanidad

Por Gregorio Moya E.


En la marcha del pasado 19 de octubre, cuando giramos de la avenida 27 de Febrero a la doctor Delgado, contemplando la bandera Palestina el compañero Antonio me dijo que esa era hoy día la bandera de la humanidad. Me narró que los derechistas que siguen al cobrador, que decidieron participar en la marcha exigían que se sacara la bandera palestina de la marcha, pero con firmeza los organizadores le espetaron un rotundo no a esos derechistas.


La bandera palestina, la de la dignidad, la de la resistencia, ondeando en las calles que fueron disputadas a los invasores en 1965 a sangre y fuego, hoy es la continuación de esa lucha del pueblo dominicano, a miles de kilómetros, pero que es la misma lucha, frente al mismo enemigo, es algo que la derecha en su perversión no puede ver.

La bandera palestina es hoy la de la humanidad, la de los oprimidos, la de los que luchan, los que resisten. Honrados por la bandera de la Rebelión Árabe, que nos representa, nos une y nos agita, como parte de esta humanidad que lucha por la libertad, marchamos orgullosos de los que resisten al fuego inclemente de la injusticia y el odio.

Marchamos palestina con tu bandera como si fuera la nuestra, la tuya es la nuestra.

Gracias Palestina por tu ejemplo a toda la humanidad, gracias porque tu bandera es la de todos los pueblos, es la bandera de toda la humanidad.

miércoles, 22 de octubre de 2025

No fue en Ryswick, pero fueron los imperios los que se repartieron esta isla como un botín

Por Gregorio Moya E.

Para los profanos, el artículo publicado por el periódico El Nuevo Diario de fecha 22 de octubre de 2025, bajo la firma de Juan Daniel Balcacer y titulado No fue en Ryswick resulta sumamente ilustrativo.

De dicho escrito se desprende con claridad que los imperios coloniales, con el propósito de someter a su dominio territorios, poblaciones y las riquezas de las “tierras descubiertas” , estableció una legalidad internacional sustentada en la fuerza armada, donde las dificultades que aún nos afectan provienen de las consecuencias generadas por la pólvora que devastó las sociedades autóctonas, en su afán “civilizador” .

Es evidente que los imperios de Francia y España acordaron, no mediante el tratado de Ryswick, sino a través del tratado de Aranjuez, suscrito el 3 de junio de 1777, la división del territorio de la isla de Santo Domingo, reconociendo España la posesión de Francia sobre la parte occidental de la isla, de manera semejante a como bandoleros se reparten un botín robado.

El colonialismo ha legado una historia de “disputas y consensos sobre la línea divisoria”, como lo señala el autor; disputas que persisten y nos dividen aun en un bien colectivo como es el agua del río Masacre, que cruza la frontera cual bendición natural, rechazando en su curso las separaciones y odios construidos por los imperios y perpetuados por las oligarquías.

Dicha línea fronteriza, que ha oscilado a lo largo de toda la historia entre República Dominicana y Haití, debe transformarse en un punto de acercamiento entre los dos pueblos, para renovar la lucha contra el neocolonialismo, que constituye el enemigo común de los pueblos haitiano y dominicano.

Este encuentro, cuya máxima expresión se dio en este territorio con las gestas de 1863 contra el imperio colonial español y de 1965 frente a la invasión imperialista de los Estados Unidos de América, reafirmó nuestro anhelo de ser libres e independientes de toda potencia extranjera, aunque ello implique el sacrificio extremo del hundimiento de la isla.