Por Gregorio Moya E.
Para los profanos, el artículo
publicado por el periódico El Nuevo Diario de fecha 22 de octubre de 2025, bajo
la firma de Juan Daniel Balcacer y titulado No fue en Ryswick resulta
sumamente ilustrativo.
De dicho escrito se desprende con
claridad que los imperios coloniales, con el propósito de someter a su dominio
territorios, poblaciones y las riquezas de las “tierras descubiertas” ,
estableció una legalidad internacional sustentada en la fuerza armada, donde
las dificultades que aún nos afectan provienen de las consecuencias generadas
por la pólvora que devastó las sociedades autóctonas, en su afán “civilizador”
.
Es evidente que los imperios de
Francia y España acordaron, no mediante el tratado de Ryswick, sino a través
del tratado de Aranjuez, suscrito el 3 de junio de 1777, la división del
territorio de la isla de Santo Domingo, reconociendo España la posesión de Francia sobre la parte occidental de la
isla, de manera semejante a como bandoleros se reparten un botín robado.
El colonialismo ha legado una
historia de “disputas y consensos sobre la línea divisoria”, como lo señala
el autor; disputas que persisten y nos dividen aun en un bien colectivo como es
el agua del río Masacre, que cruza la frontera cual bendición natural, rechazando
en su curso las separaciones y odios construidos por los imperios y perpetuados
por las oligarquías.
Dicha línea fronteriza, que ha
oscilado a lo largo de toda la historia entre República Dominicana y Haití,
debe transformarse en un punto de acercamiento entre los dos pueblos, para renovar la lucha contra
el neocolonialismo, que constituye el enemigo
común de los pueblos haitiano y dominicano.
Este encuentro, cuya máxima
expresión se dio en este territorio con las gestas de 1863 contra el imperio
colonial español y de 1965 frente a la invasión imperialista de los Estados
Unidos de América, reafirmó nuestro anhelo de ser libres e independientes de
toda potencia extranjera, aunque ello implique el sacrificio extremo del hundimiento de la
isla.
Como siempre tan acertados y educativo los comentarios de el Dr. Moya.
ResponderEliminar