viernes, 29 de septiembre de 2023

El alza de los precios de los productos básicos, altas tasas de interés y aumento de apagones y necesidad de levantar la bandera de protección de la población y los sectores productivos

Por Gregorio Moya E. La ley de Murphy establece que si algo es susceptible de salir mal, saldrá mal, y que las cosas pueden ser siempre peor. Según el Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (Crees), para junio de 2023 la tasa de interés activa promedio ponderada de los bancos múltiples fue de 12.3%, porcentaje cobrado por las entidades financieras sobre el dinero que prestan. En un momento que persiste una situación inflacionaria, sin dudas que el sector productivo, el tejido más amplio y que más empleo ofrece que son las medianas y pequeñas empresas tiene una carga sobre sus hombros, carga que en muchos casos transfieren al consumidor. El gran capital hace uso de las finanzas públicas como pudimos ver en la compra de acciones con fondos de las AFP a César Iglesias, así como las exenciones fiscales, son sacrificios del sector público para favorecer las grandes empresas. Por otra parte, el aumento de las tasas de interés como mecanismo para hacer frente a la inflación, significa además un aumento de la carga de la deuda del Estado, lo que significa igualmente mayor carga para la población quien es que paga el servicio de dicha deuda, y una reducción de la inversión de los programas sociales y la inversión de capitales. No hay planes gubernamentales para eficientizar el gasto público. Las instituciones superfluas, duplicadas en sus funciones, los gastos en burocracia pública improductiva, todo ello se ha ido por el sumidero. Para el sector productivo, junto con el alza de la tasa de interés está el problema de los apagones eléctricos que nunca se han ido, pero que se han recrudecido en los tres meses últimos. El alza de los precios de primera necesidad Por su parte, los consumidores, sobre todo los trabajadores y los más pobres enfrentan un aumento de los productos de primera necesidad, incluyendo alimentos, que sin dudas tiene un impacto en su calidad de vida, toda vez que estos aumentan en productos y servicios que no pueden ser dejados de consumir o utilizar. En una nota del Banco Central de 5 de julio del 2023 se indica que el comportamiento del índice de precios al consumidor (IPC) por estratos socioeconómicos muestra que los quintiles de menores ingresos registraron crecimientos similares de 0.29 % el quintil 1 y 0.28 % los quintiles 2 y 3. Es decir, la carga inflacionaria fue mayor en los pobres porque los alimentos es de los productos que mayor aumento de precios han experimentado. La nota colgada en la web del Banco Central da cuenta que el grupo de mayor contribución a la inflación del mes de junio de 2023 fue Alimentos y Bebidas No Alcohólicas al variar 0.69 %. Hay que decir que, estos aumentos de la inflación del presente año se suman a los del 2022, cuya tasa de inflación promedio de la República Dominicana registró su punto más alto en el último lustro, con un 8,81%. El reconocido economista leonelista NG Cortiñas escribió que “En términos de precios la comida sale más cara hoy que ayer. La inflación de los alimentos ha crecido en un 26% en lo que va de gestión del gobierno de turno, haciendo que el costo de la canasta básica ronde en promedio los RD$44,000 al mes. Entonces, no vamos bien si comemos alimentos caro, con menos calidad y cantidad, como un fenómeno que se denomina reduflación ”. En relación a lo dicho por este economista podemos decir, que bien escribe este economista cuando está en la oposición. Pero el articulista obvia que esta tendencia a la alza de la inflación es sostenida, repuntando a partir del 2003 como se puede ver en la gráfica que se copia a continuación. Así mismo hay que destacar que esta situación inflacionaria es consistente con el comportamiento mundial, que los economistas lo toman en cuenta cuando están en el gobierno, pero que olvidan cuando están en la oposición. Pero sin dudas, para la población trabajadora (los que dependen de su trabajo para vivir) la situación es apremiante. Para los productores del campo y la ciudad también es difícil, porque para ninguno hay programas efectivos de apoyo que compensen las alzas de precios, tanto de las mercancías como del financiamiento. Estos temas deben estar presentes en los sectores progresistas, porque no solo impactan el día a día de la población, sino porque tiene un impacto en el devenir. Ningún sector u organización progresista debe estar callado e inmóvil frente a esta situación, dejando con ello inerme al pueblo que sufre. Exigir políticas de protección a los bienes y servicios básicos para la población, así como medidas de protección a sector productivo nacional, como banderas cotidianas que deben estar presente en la batalla electoral. Sin la reacción de los sectores populares y los sectores progresistas, y también de los sectores productivos, la situación puede empeorar. Recordemos el viejo adagio de que solo el pueblo salva al pueblo.

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