sábado, 23 de septiembre de 2023

NO ES LA HUMANIDAD, ES EL CAPITALISMO QUE NOS PONE A LAS PUERTAS DEL INFIERNO

Por Gregorio Moya E. El Secretario General de la ONU dijo que con la aceleración de los fenómenos meteorológicos extremos, "la humanidad ha abierto las puertas del infierno". António Guterres lanzó una dura advertencia sobre las nefastas consecuencias de la inacción. Ante esta declaración apocalíptica del señor Guterres en la ONU, hay que precisar dos cosas, desde una perspectiva crítica, transformadora y revolucionaria. En primer lugar, no es la humanidad en general, o en términos genéricos la que ha abierto las puertas del infierno, sino un modelo de producir, que no solo ha abierto las puertas del infierno, sino que ha condenado a una parte importante de la humanidad misma a vivir en el infierno. Es el capitalismo el que ha abierto las puertas del infierno para todo el planeta, y que ha condenado en el mismo a un tercio de la población, incluyendo un 10% que no tiene seguro un alimento, uno solo al día. Otro elemento a plantear no es la inacción frente a esta situación, es por el contrario, consecuencias de la acción del capitalismo la responsable de esta situación y de ese camino al que empuja el capitalismo a la humanidad hacía el infierno. Ese capitalismo ha impuesto el pensamiento con el que hemos crecido pensando que éramos propietarios y dominadores de la tierra, autorizados a expoliarla, como dice el P. Francisco en Laudato Si. Y ese pensamiento se profundiza en el actual modelo neoliberal, que a decir del pontífice, “la especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos”, al tiempo que resaltó que “las recetas dogmáticas de la teoría económica imperante mostraron no ser infalibles”. En República Dominicana vemos como la especulación lleva a desangrar el medio ambiente para obtener oro para la especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental, aunque ello se lleve la producción en San Juan, Bonao, Cotuí, Barahona. Aunque dañe sus aguas, contamine su aíre. No es la humanidad la que produce estos daños, es el gran capital, al que no le importa explotar cada centímetro de nuestra tierra, a fin de obtener ganancias y especular, volver a especular, aunque se devaste la biodiversidad en nuestra media isla. El capitalismo devastó África capturando como presas a millones de personas que fueron esclavizados en América. El capitalismo invadió y desfiguró África y desdibujó pueblos, naciones, culturas Fue el capitalismo el responsable de las devastaciones de los indígenas en el Caribe insular, responsable de la cacería de africanos que eran transportados para venderse como ganado en América y Europa. No fue la humanidad, fue un modo de producción, el capitalismo, que surgió chorreando sangre por los cuatro costados, y que ahora junto con la sangre chorrea pus por todas partes. Fue el capitalismo y el puñado de la clase capitalista la que desató dos guerras que juntas produjeron cerca de 100 millones de muertes directas e indirectas. El mundo fue arrastrado a esa guerra por la manipulación ideológica de los nacionalismos, por una parte, o al defensismo protonacionalista que también fue aprovechado por la clase capitalista dominante. De manera que, desvía el Secretario General de la ONU las causas reales del camino hacia el infierno a que conduce el capitalismo a la humanidad, no que la humanidad abre las puertas del infierno. Y esto no es por ignorancia, sino porque la ONU ha funcionado como instrumento de esa clase capitalista dominante y el modo de producción capitalista que luego de la segunda guerra mundial domina el mundo y sobre todo a las naciones llamadas eufemísticamente del tercer mundo y a las clases trabajadoras.

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